Es importante que toda persona mantenga un estilo de vida saludable, acompañado de un alimentación y un ejercicio adecuado; lo que ayudará a que las personas cuenten con una buena condición física y un buen estado anímico.

Si esto es importante para la vida de cualquier persona, cobra aún más relevancia cuando nos encontramos con un menor que es diagnosticado de cáncer, ya que tanto la enfermedad como sus tratamientos afectan de manera significativa a la forma en que su cuerpo tolera ciertos alimentos.

En ciertas ocasiones, los ajustes en las dietas de los menores son más complicados de lo habitual y dependiendo del momento del tratamiento en el que se encuentren, se les recomendará comer ciertos alimentos con un mayor índice calórico y con mayor porcentaje de grasa; así como alimentos espesos o fríos para reducir las molestias de las llagas, originadas por el tratamiento (estas aparecen tanto en la boca como en todo el sistema digestivo). Estos alimentos, que por lo general no se recomendarían en una dieta al uso, son recomendados en determinados casos con el objetivo de mantener un peso adecuado.

Una alimentación saludable durante el tratamiento trae consigo efectos positivos como un mejor estado anímico, mayor nivel de fuerza y energía y peso adecuado, además, reduce el riesgo de infecciones y facilita la recuperación.

El proyecto de alimentación saludable se ofrece al menor y a su familia, de manera individual o grupal según sea la necesidad; adaptando cada plan bien a la persona o al conjunto de la familia de manera que puedan adoptar las estrategias y pautas en casa. 

Este proyecto ejecutado gracias a la Fundación Inocente-Inocente se ofrece, como el resto de proyectos y programas, en todo el archipiélago.